“Denúncialos, denúncialos”.
Ella es abogada. O estará a punto de serlo en unos meses. Y cree que si demando a la empresa que decidió deshacerse de mí, podré cobrar una buena indemnización.
“Esos imbéciles tienen que reconocer tus derechos. Más de un año y sin haber formalizado tu contrato? Eso no es posible”.
Pero lo es. En un país como este, donde hecha la ley, hecha la trampa, no es raro que las empresas quieran abaratar sus costos como sea. Una de estas formas es contratar trabajadores a través de una modalidad en la que éste percibe un sueldo completo, pero sin derecho a prestaciones de salud, bonificaciones, compensaciones por años trabajados, etc etc.
Este trabajador "independiente" (cuyo contrato se llama “locación de servicios”) solo tendra que girarle a la empresa una suerte de factura llamada “recibos por honorarios profesionales” para poder cobrar su salario. Pero dadas las condiciones de no vinculación con la empresa, ésta puede deshacerse de él cuando mejor le parezca y el trabajador no podrá decir ni chus ni mus.
Sin embargo, un trabajador contratado bajo esta modalidad, no puede estarse así para siempre. Si la empresa lo contrata como Locador por más de tres meses, está obligada a formalizar el pacto, cambiándolo por un contrato real de trabajo (conocido como Planilla) en la que, ahora sí, éste podrá acceder a todos sus beneficios sociales.
Bebo un buen sorbo de mi cerveza. ¿Cómo es posible? Más de un año quemando mis pestañas para un gigante, como locadora de servicios, esperando y esperando el gran momento de que me cambiaran de contrato. Pero a cambio, recibí una patada en el culo. Mi amiga Gloria tiene razón, debería demandarlos y enjuiciarlos.
Y de pronto, surge la pregunta del millón (de soles, el dólar está devaluado)
Entablar una demanda judicial en el Perú, es como meterse de lleno en un mercado sirio del siglo I. Y en un lugar como ese, donde todo se compra y todo se vende ¿ganaría?. La justicia en el Perú se vende al mejor postor. Sería David contra Goliat, una piedra y una honda, contra treinta toneladas de músculos, e influencias en los tribunales.Y yo no tengo suficiente dinero para comprarme.. más que otro chopp para brindar con mi amiga. Goliat haría un arreglo inmediato bajo la mesa. ¿Y David? que se meta su huaraca por donde mejor le entre...
Junto al enorme ventanal de este antiguo local de enormes anaqueles con tragos de todos los tamaños y un adusto mostrador de cedro puro (más de 50 años de existencia) se sitúa nuestra mesa, cuya rugosa madera se ilumina y cobra vida... sigo su resplandor con la mirada hasta alcanzar la calle y no dejo de perseguir cada rostro que pasa. Sonrientes, despreocupados.... como yo hace más de un año, en mi primer día de trabajo en esta empresa con la que no sé que hacer ahora. Era la envidia de mis amigos y ex colegas. Iba a formar parte de una gran corporación de gigantescas oficinas amobladas, llenas de escritorios finísimos con computadores de última generación y sillones mullidos, y de gente importante de saco y corbata caminando de un lado a otro... de un piso a otro.. todo dentro de un orden milimétrico y perfecto... todo perfecto, ¿qué podría salir mal?
Pero la razón más importante de la envidia general era el sueldo. "Un sueldazo" pensaban todos, se relamían los bigotes. Y yo no pude evitar sentirme feliz, aún cuando esto último no era tan cierto. Iba a ser el doble de lo que ganaba en mi anterior trabajo pero la gente creía que iba a ganar como gerente.
La envidia y el asedio general, sin embargo, contagian y yo iba camino a mi nuevo trabajo mirando sonriente a todo el mundo, sintiendo que todo el mundo me miraba. Sentada en el bus, contemplaba risueña la vida pasar y todo me parecía alegre y bueno. Ya no tendría que temer nada, los enormes edificios de oficinas de San Isidro no me mirarían con desdén, y las multitudes de gentes que los ocupan: bancarios, secretarias, gerentes impecables, todos con fotocheck y vestido sastre...iba a ser el nuevo club que me abriría sus puertas como a un nuevo y selecto cliente...
Y no fue más que un sueño legañoso que se diluyó rápidamente, una burbuja que se elevaba rápidamente hasta el infinito, para luego reventar... una burbuja hermosa y dorada como las que flotan en mi jarra de cerveza... desde la base y con premura por entre su oro, hasta su propio cielo blanco y espumoso, allí junto, al borde del vaso...
...para morir allí y fundirse con él.
Moraleja: soñar no cuesta nada, pero a veces el despertar... puede ser muy doloroso.
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