viernes, 2 de noviembre de 2007

Matías (parte I)

Matías, tal era el nombre del chico que me miraba insistentemente esa noche llena de guitarra y cajón. Era el Día de la Canción Criolla y me hallaba en una simpática reunión de amigos, con parrillada incluída. No podía ser de otro modo, tenía que divertirme, pasarla bien era la consigna de esa noche, y todo parecía indicar que así sería: allí estaba el adorable humo del carbón y los anticuchitos en su punto, la cerveza espumante y helada que circulaba por doquier, y mis compinches de siempre a mi alrededor: Gloria, la abogada (que aún me corretea para que denuncie a mi centro de labores) y fumadora empedernida solo los días de fiesta; Melina, la pequeña del grupo (1.50 cm) contadora discreta, muy femenina y educada (excepto cuando le buscan la bronca, pues allí los desafortunados conocen a su Mister Hyde) y Erika, diseñadora gráfica, locuaz conversadora y consejera experta y al detalle (sobre todo si de sexo se trata)... sí había y estaba todo lo que quería, la fiesta prometía. Y la cereza del helado eran los ojos de Matías quien desde la otra esquina de donde yo estaba, me miraban sin cesar. Atrás de mí no había nadie, ¿a quién más buscaría ese desconocido? Mis amigas también se habían dado cuenta y ya casi me empujaban a su encuentro.

Pero no me atreví, soy a la antigua. Prefiero esperar a que me aborden antes de que yo salte como un león hacia mi presa. Y esa presa por cierto estaba buenaza... cabello castaño lacio, cayéndole suavemente por un lado, ojos oscuros, grandes y penetrantes, alto y atlético...

"y tiene un hermoso trasero, habrá que ver la delantera..." Erika ya había dictado sentencia y el resto de mi grupo reía complacida y me daba palmadas en la espalda.

Bah, pero ¿qué tenía que perder si me acercaba a él? estaba sola, disponible, además bien arreglada, con una blusita celeste sensual de escote a medio pronunciar y un jean apretadito. Incluso me había maquillado cuando no suelo hacerlo. Mi apariencia no era tan obvia como para que la gente al verme leyera "busco un hombre desesperadamente aquí y ahora", pero tampoco como para que dijera "aléjense de mí, bassssuras, desde ahora me declaro lesbiana" .Y la gente, al verme, levantaba el pulgar hacia arriba como los emperadores romanos. Además estaba claro, él me miraba a mí y todos lo habían notado, tal vez todo el mundo en la fiesta.

Mientras pensaba esto, miraba mi vaso de cerveza y pensaba qué podía estar mal ahora, hay que tomar lo que uno quiere y casi de obligado si se está como yo en una sequía sentimental y fisiológica, hace más de una semana. Adiós remordimientos, estoy soltera de nuevo. Recuerda María, lo prometiste, la consigna es divertirse sin parar.

De pronto, levanté la mirada y mis amigas habían desaparecido. Matías estaba frente a mí.

Hablamos mucho. Se presentó, me presenté, luego las preguntas de rigor: "¿dónde vives?", "en Lima", "¿en qué trabajas?", "¡¿¿qué dices?? sorry la música está muy fuerte!!" "!¡¿Que en qué trabajas??

¡Ouch! la pregunta que no quería oir, peor aún, me salió con que era ingeniero y trabajaba como consultor de seguridad en una planta minera transnacional... ¡diablos! todo un ganador, ¿y yo? ¿quien soy yo?"

¡¡Soy periodista, trabajo en el diario XXX!!"
"¡¡¡¿¿Periodista, y en ese diario??, qué bien, es uno de los más importantes!!

Sonreí triunfal, casi tanto como si lo dicho fuese cierto, ya me veía yo entrando al enorme y antiguo local de ese diario, de portón, columnas y una enorme cúpula, flanqueada por mi fotógrafo y el asistente, lapiz y cuaderno en mano, en pos de la noticia...

De pronto ya nada podía detenerme, ahora era periodista-jefa de redacción, tenía treinta personas a mi cargo a quienes reunía todos los lunes en la mañana en mi enorme oficina del tercer piso desde donde podía contemplar los edificios y casonas del Cercado de Lima en su agitar diario. Y por supuesto, que me pagaban muy bien. Ah y no faltaban por supuesto las comisiones periodísticas que realicé hace un par de semanas en París y Madrid...


... no sé si fue mi respuesta, o el hecho de estar cada vez más cerca a causa de que no nos oíamos, la cosa es que empecé a sentir calor, me había sonrojado. Demonios ! sonrojarme a estas alturas, y como una quinceañera... pero estaba contenta, el efecto causado en mi hombre ya se notaba bien: se mostraba asombrado y complacido, aunque algo no le había quedado claro:

"¡¡¿¿comisiones en dónde??!!"

Suspiré un poco, era tedioso estar gritando todo y encima más de una vez. Pero eso lo ponía cada vez más cerca, ya casi sentía su aliento. Tomé aire de nuevo.

¡¡¡¡¡¡¡¡¡Que estuve en Paris y Madrid, HACE DOS SEMANAS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Un silencio brutal se apoderó de la sala: la música había terminado justo cuando le mentía a todo pulmón a mi nuevo amigo. ¡Qué vergüenza!Pero eso no fue lo peor, una vocecilla salió de algún rincón de la sala para rematarme de un tiro

"¿Que te fuiste a París, Madid?"

Y otra más

"¿dos semanas?"

y otra

"pero cómo no nos lo contaste antes..."

Ahora unas diez personas nos rodeaban y me llenaban de preguntas, de reclamos y de más preguntas. Y estas eran cada vez más incisivas, tanto que yo misma iba retrocediendo poco a poco tratando de defenderme. El semblante de Matías comenzaba a pasar del asombro feliz a la alegría discreta y comedida, y ya veía mi cadáver en el paredón retorciéndose a causa de las miles de balas-preguntas. Pero tenía que defenderme. Que viajé a Europa en una comisión secreta y por eso no se los conté. Que hace un par de semanas creíste verme y hablar conmigo, pero no era yo. Que uso seudónimo en vez de mi nombre real por una cuestión de seguridad.

"Sí pero, ¿de ese diario no que te habían...?"

"¡NO!"

Estaba sudando, y el grito que di hizo retroceder a todos los que me hostigaban ya. En ese momento me sentía en medio de un charco de sudor y desconsolada. Desesperada también. Mi lengua larga me iba a dejar en el más completo de los ridículos y alejar definitivamente de mi nueva conquista, que por cierto, ya no estaba entre los curiosos que me rodeaban.

Necesitaba hacer algo, y ya. Pero de pronto...

miércoles, 31 de octubre de 2007

A mal tiempo...


Dicen que hay que ver siempre el lado bueno de las cosas, se viva el momento en que se viva. Y aquí desde mi esquina, me he propuesto hacer lo mismo. Porque, aunque no lo crean, ha llegado el momento del hartazgo en mi vida. Todo lo que hago es quejarme, deprimirme. preocuparme, gastar y gastar papel higiénico en lágrimas de cocodrilo, andar como una momia con mis harapos de dormir, mis cabellos revueltos y mis legañas, desde mi cama a mi escritorio e ingresar a mi habitación virtual, que, por cierto se está conviertiendo en la esquina de los lamentos... he repasado lo que he escrito, y observo que he hecho con mi blog algo semejante a pintar una habitación de negro y decorarla con telarañas, escobas de bruja y cuerdas de ahorcado. No más.

Hmmm no sé por qué pero ahora, todo me está pareciendo alegre. ¿será por el sol que afuera brilla espléndidamente? ¿será porque hoy es un día de fiesta y jolgorio? es el Día de la Canción Criolla en el Perú, el día en que desempolvamos nuestros vinilos , CDs y cassetes que traen los suspiros, lamentos y alegrías de nuestros más destacados artistas nacionales, muchos de ellos, eximios guitarristas y compositores de renombre internacional... y ya todo el mundo se pregunta, ¿qué planes para esta noche? qué Halloween ni que ocho cuartos!... toma mientras! no hay primera sin segunda! que viva la resbalosa! que salgan todas las parejas a bailar...

Sí, a mal tiempo buena cara, porque hasta el dolor nos puede dar lecciones de vida. Y no es que con eso pretendamos de modo masoquista buscar al dolor para hacernos de un buen maestro pero, si las circunstancias nos enfrentan al sufrimiento, a la desgracia o a dar un mal paso, hay que sacarle ventaja, ver qué podemos aprender de eso, y seguir.

Además, ¿de qué me quejo tanto? no tengo hijos que mantener, no tengo deudas, vivo con mi abuela, la mujer de mi vida, quien me espera todas las mañanas con una taza de leche caliente y un bizcocho y me acompaña en las tardes leyendo alguna revista, mientras navego por la web buscando trabajo. Es lo más gratificante y reconfortante que me ha sucedido en esta parte de mi vida, una oportunidad brillante como el sol, que aprovecho ahora que mi desempleo me permite tener tiempo libre: estar con ella todo lo que puedo, disfrutar al máximo de su entrañable compañía, escribir mientras, de rato en rato, me doy vuelta y observo su silueta que tiene -y siempre ha tenido- algo de señorial, destacándose con la luz junto a la ventana donde se sienta luego de almorzar, para hojear un libro, para coser alguna prenda, o para comentarme algo nuevo que ha oídio en la radio sobre una medicina natural que es buena para los ojos, el estómago o el corazón; sobre un comentario que hizo el sacerdote en la última misa a la que asistió; o sobre algo que oyó de una vecina mientras iba al mercado.

¿Cómo no lo había visto antes?. Solo pensando en mis cosas, no me di cuenta de la valiosísima oportunidad que Dios ponía ante mis ojos...

Así que, nada de quejas, nada de lamentos, al menos por hoy. Es mi meta del día. Que no tengo trabajo?¡pues piña! ¡ellos se lo pierden! ¿que mi novio no me contesta el teléfono? pues piña por él. Además que me ahorro llamadas, ¡que se lo pierda ! esta tarde la pasaré con mi abuela, haré algunos planes y me divertiré de lo lindo en la noche. ¡Que viva la canción Criolla, que viva la vida!

¡ toma mientras!
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