Navidad Navidad, blanca Navidad, Feliz Año Nuevo....fiesta, sin igual, vorágine salvaje por el que me dejé llevar en un auténtico e irresistible acto de seducción, una vorágine de muchas cosas. Gente volcándose a las calles para comprar y comprar, luces, adornos, pavo, panetón, promesas de un tiempo mejor, sonrisas, risas, risotadas, baile y al final mucho, pero mucho licor. Todo un cóctel de anfetaminas sociales como para olvodarlo todo, todo lo que me molesta, lo que me hace y me ha hecho sufrir.
La última vez que me acerqué a esta mi esquina solitaria, mi muro (cibernético) de los lamentos, les contaba sobre mi vergonzosa desventura en una fuesta en la cual, hablé demás delante del chico que me gustaba... todo finalmente se acabó esa noche. No volví a saber de Matías (el teléfono que conseguí de la amiga de la amiga de la amiga del susodicho nunca me contestó), aún no hay suerte con la escurridiza chamba...
...por cierto, tuve una entrevista de trabajo al día siguiente ...
¿Quieren saber cómo me fue en ella? Bueno, obviamente por lo comentado límeas arriba (que aún no hay suerte con la chamba), se imaginarán el resultado, pero lo jocoso de esta historia es que busqué una profesión alternativa a la de periodista, dadas mis habilidades con el inglés. Tuve la buena idea de invertir mis moneditas en un instituto hace unos años y pues tengo mi cartoncito de egresada, experta en ese idioma, etc.
De tanto buscar en una conocida página web de empleos, di con una oferta de chamba. Necesitaban una traductora para una empresa que quería invertir en comunicaciones. Envié presurosa mi currículum de traductora (han de saber que tengo cinco resúmenes que van acorde con la profesión a la que postulo: periodista, traductora, correctora de textos y estilo, etc etc) y esa misma tarde me llamaron. Acordamos que los vería al día siguiente.
Era una casa grande, de esas que aún queda en el distrito de Miraflores y que hoy en día sus dueños, o bien la alquilan para negocios u oficinas, o bien la venden a las constructoras de condominios y departamentos.
Una secretaria me hizo subir al segundo piso. Sin duda, estaba nerviosa, hace mucho que no practico mi inglés hablado así que esperaba que el entrevistador fuera alguien que, como yo tenga el inglés como segunda o tercera lengua de uso. Pero mi sorpresa fue grande cuando tuve ante mí a un hombre de rasgos orientales sentado frente a un escritorio. Un hombre que, ni bien empezó a hablarme lo hozo de una forma ininteligible; y fue terrible: era un ciudadano chino que hablaba el inglés a lo chino, es decir, con su acento oriental terriblemente marcado.
De todo lo que me dijo, lo que entendí fue apenas un 30 por ciento, qué desesperación, el chino me hacía preguntas y preguntas y era obvio que yo estaba más perdida que huevo en ceviche. Al final, el chino esbozó una sonrisa apacible y cuasi piadosa y me dijo que lo iba a pensar (si llamarme o no). Al salir casi lo hice con alivio aún cuando enfrentaba una derrota más. Estaba sudando de la cabeza a los pies...
La búsqueda no cesó luego de ese día. Y no cesa, pero pasaron las alegrías de las Fiestas como una alegre banda de marchas con todo su esplendor y me dejé llevar por su animación, su bullicio y su alegría. Viandas y viandas pasaron frente a mis ojos, choque de vasos, serpentinas, fuegos artificiales, abrazos y besos. Y entonces volvía vivir las antiguas emociones que me convertían en el ser más feliz del universo, muchos años ha, cuando era un retoño.
Un nuevo año sigue en marcha y yo sigo también, sin perder la fe, aunque a veces me tropiece y empiece a lamentarme. Agredezco a todoa y cada uno de ustede quienes me han seguido con sus mensajes de aliento.
Prometo volver pronto para contarles más.
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1 comentario:
sip, las fiestas son una voragine, y despues todo sigue igual... ojalà algo cambiara de año en año, sería otro cantar...
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